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Las bicicletas eléctricas o pedelecs (abreviatura del inglés pedal electric cycle) se han convertido en el segmento estrella del sector de las bicicletas. Estos nuevos vehículos se han hecho ya con una cuota de mercado del 10 %, o del 20 % si se dejan fuera los equipamientos deportivos y los vehículos infantiles. Pero, ¿a qué se debe la pasión por este viento de popa procedente de los enchufes? El servicio de prensa pressedienst-fahrrad, creado para visibilizar el mundo de la bicicleta, ha reunido diez de los principales argumentos.

  1. Las bicicletas eléctricas te ponen en marcha, en medio de la vida
    Una bicicleta eléctrica le da alas a la vida. El principio de las pedelec consiste en que, cada vez que se pedalee, el motor aporte su tracción. El usuario siente que está dando un agradable paseo, mientras el motor confiere velocidades de ciclismo deportivo. Este fenómeno es, en palabras de Gunnar Fehlau, director de pressedienst-fahrrad y coautor de un libro sobre bicicletas eléctricas, la principal razón del éxito de la bicicleta eléctrica moderna. Y es que son ya más de 1,3 millones las bicicletas eléctricas que circulan por las calles alemanas. «Más del 50 % de todos los desplazamientos en automóvil no llegan a los cinco kilómetros. En lugar de frustrarse con los atascos y la búsqueda de aparcamiento a los que el coche nos aboca, los usuarios de las pedelecs disfrutan integrando estos pequeños trayectos en bici en su rutina», asegura Fehlau. Lejos de cualquier fundamentalismo ecologista o de política de la movilidad, aquí lo que priman son las ganas.
  2. De la necesidad al deseo – el cambio de imagen
    Hasta hace pocos años, las bicicletas eléctricas eran vehículos para ancianos o personas con movilidad reducida. Pero esta imagen ha cambiado. El nuevo tipo de vehículo se ha vuelto tan habitual en el día a día como las aspiradoras, las escaleras eléctricas, las máquinas de café o los smartphones: a la gente le gusta emplearlo y disfruta de la ayuda que le aporta. La misma variedad que encontramos en las cafeteras, podemos encontrarla en las pedelecs: cada género de bicicletas cuenta también con su versión eléctrica, y esto incluye las bicicletas de carreras, las de montaña, las reclinadas, las plegables o los tándems. El grueso del mercado lo conforman, sin embargo, las bicicletas de ciudad y las de trekking. Y también en el ámbito del diseño, las bicicletas eléctricas se han convertido en símbolo de estatus.
  3. Las pedelecs son segundos vehículos asequibles
    El coste de una buena pedelec difícilmente bajará de los 1.500 euros. El precio de venta medio en Alemania ronda los 2.300 euros. «Este es también el rango de precios en el que comienzan a encontrarse modelos sólidos y universalmente aplicables», puntualiza Fehlau, al tiempo que señala que una buena bicicleta urbana o de paseo no suele costar más que 1.000 euros menos. Pero si se comparan los precios de las pedelec y los coches, las primeras siguen siendo mucho más ventajosas.
  4. Autonomía suficiente
    El temor a quedarse a mitad de camino por culpa de un depósito vacío está justificado si se viaja en coche; no así en el caso de una pedelec. Por un lado, las baterías actuales acumulan energía suficiente para cubrir distancias de entre 30 y 100 kilómetros. Por otro lado –y esta es una de las grandes ventajas de la pedelec frente al coche eléctrico–, todas (!) las bicicletas eléctricas permiten llegar a casa sin apoyo del motor.
  5. Mayor seguridad en el arranque
    Cuando se monta en bici, los primeros metros recorridos son los de mayor inestabilidad, sobre todo si se está en una pendiente. El control de las pedelec modernas resuelve esta circunstancia confiriendo un impulso especialmente fuerte y armónico al pedaleo inicial. En resumen, el arranque es mucho más seguro y cómodo que en una bicicleta normal, también en las cuestas.
  6. Desplazarse sin sudar
    Mientras que sudar forma parte de la pasión de los practicantes del ciclismo, los demás usuarios de la bicicleta lo viven, por regla general, como un mal necesario. Excepto los que usan una pedelec: el esfuerzo máximo–como se le denomina en las ciencias del deporte– es asumido por el motor. El usuario viaja relajado y, aun así, a buen ritmo. Y llega siempre libre de sudores a la oficina o al teatro.
  7. Viento a favor incorporado
    Siendo honestos, ir en bici es muy divertido cuando el viento sopla a favor o cuando se circula cuesta abajo, pero la realidad es que también existen el viento de cara y las subidas. Con las pedelecs, estos problemas desaparecen: «La mayoría de los modelos ofrecen diferentes modos de apoyo», explica Fehlau. «Cuando nos encontramos con viento de cara o con subidas, basta con seleccionar los modos de apoyo más elevados, y volvemos a avanzar sin apenas esfuerzo.»
  8. Velocidad de crucero práctica y agradable
    El factor clave para una circulación rápida no es la velocidad máxima absoluta, sino que sea lo más constante posible. Las bicicletas eléctricas ayudan en el momento del arranque, cuando hay viento de cara y en las pequeñas y grandes subidas. De ese modo, se rueda rápidamente pero sin que la velocidad de crucero difiera demasiado de la capacidad de percepción. Esto enriquece la vida: ¡las nuevas impresiones, también de los tramos más conocidos, son el placer con el que se deleitan los pilotos de las pedelecs!
  9. Sostenibilidad: placer individual con conciencia tranquila
    A diferencia de los viajes improvisados a ciudades situadas en el otro confín del planeta, de los sedientos coches deportivos o de los envases de un solo uso de la comida basura, la bicicleta eléctrica respira sostenibilidad por todos los poros: un usuario que cargue su pedelec con electricidad procedente de fuentes renovables, puede llegar a tener una huella de carbono menor que la de algunos ciclistas convencionales, tal como mostró la revista sobre cultura de la bicicleta fahrstil (www.fahrstilmagazin.de) en su número 06. En cualquier caso, la bicicleta eléctrica presenta un balance ecológico excelente, y simboliza el disfrute individual sin arrepentimiento. El hecho de que las baterías duren más de 1.000 ciclos de carga (es decir, una media de 40.000 kilómetros) y que el desgaste de los componentes se corresponda aproximadamente con el de una bicicleta tradicional, no hace sino reforzar el carácter verde de las pedelecs.
  10. Sin depreciación
    Una buena bicicleta eléctrica es una buena inversión, sostiene Fehlau. Prueba de ello es un reducido mercado de ocasión con altos precios de reventa. «La persona que se ha comprado una pedelec adecuada para ella y de alta calidad, la suele conservar durante muchos años, y quien realizó una compra equivocada, puede volver a vender la bici a un buen precio.»

Para Fehlau y para los más de 400.000 compradores anuales de bicicletas eléctricas, la cosa está clara: una pedelec sustrae el sufrimiento a la pasión de montar en bici, se amortiza de múltiples formas y pone siempre una sonrisa en la cara de quien la usa.