Las costumbres en el entorno familiar han cambiado con el paso del tiempo. Antes, se recibía a los invitados en el acogedor salón, el núcleo de cada casa. En el comedor solo se servían las comidas.
Hoy en día, sin embargo, mucha gente utiliza su comedor también como sala de estar. Numerosas casas se construyen con zonas de comedor y de estar abiertas. El comedor se está convirtiendo en el centro de la vida familiar. Después de la cena, uno se queda sentado, ya sea con los invitados o simplemente para pasar un rato agradable con los miembros de la familia.
Esta es la razón por la que están cambiando también los requisitos de funcionalidad que han de satisfacer tanto los muebles tapizados en el salón, como los muebles del comedor. Los muebles no solo tienen que ser cómodos y confortables, sino disponer de un diseño ergonómico y práctico. Los asientos que pueden ajustarse a las necesidades individuales del usuario tienen un efecto positivo sobre el bienestar y la salud de la espalda.
Dado que moverse es una necesidad esencial del ser humano, las sillas que usamos para el comedor no solo deben ser aptas para el mayor número posible de personas, sino propiciar, además, una forma de sentarse dinámica. Así se sacia nuestro deseo inconsciente de movimiento, al tiempo que se descargan la columna y los discos intervertebrales. Esto ayuda a nuestra musculatura a la vez que influye de forma positiva sobre nuestra mente. Por consiguiente, la mecánica de movimientos debería permitir tanto una posición sentada activa como pasiva, lo que justificaría el movimiento en la zona de la superficie de asiento y/o en el respaldo. El cambio entre las posiciones tiene lugar mediante un balanceo armónico. El perfil del respaldo debería corresponderse con la forma anatómica de la columna vertebral lumbar.