Tenemos mucho que agradecerle a la investigación espacial: los filtros UV para las gafas de sol, las células fotovoltaicas, los filtros de agua, las ortodoncias, los termómetros de oído por infrarrojos y, por último, aunque no por ello menos importante, el altamente eficaz entrenamiento vibratorio, que lleva ya varios implantándose en los tratamientos terapéuticos. La última variación es un rodillo vibrador concebido para la llamada estimulación neuromuscular; es decir, para la estimulación de los músculos y los nervios.
El rodillo vibrador reúne dos innovaciones en un solo aparato: el entrenamiento de las fascias y el entrenamiento vibratorio. La importancia de las fascias se ha subestimado durante mucho tiempo. A día de hoy, se sabe que esta membrana blanquecina que envuelve músculos y órganos es un componente esencial del tejido conectivo. Sin ellas, los músculos no podrían transmitir su fuerza. Las fascias alojan pocos vasos sanguíneos, pero, por contraste, contienen una gran cantidad de terminaciones nerviosas y receptores.
Las personas que se mueven con regularidad, no han de temer complicaciones con las fascias, pues estas se mantendrán elásticas y totalmente operativas. La falta de ejercicio, en cambio, no les sienta nada bien: se vuelven rígidas y se pegan. Pueden producirse incluso pequeños desgarros y lesiones. Como resultado, los músculos se agarrotan y aparecen los dolores. Sobre todo la espalda suele verse afectada. Con un rodillo para el entrenamiento de las fascias, es posible recuperar en poco tiempo la elasticidad de estas envolturas de tejido conectivo.
Un tratamiento que es especialmente efectivo si, complementariamente, se somete al cuerpo a vibraciones. Esta es la clara conclusión a la que han llegado múltiples estudios. En la terapia de estimulación neuromuscular mediante un rodillo vibrador, se ponen en marcha, además de la rehabilitación de las fascias, un gran número de procesos: el metabolismo aumenta su ritmo; los osteoblastos (células clave para la renovación del tejido óseo) se activan; el sistema nervioso central trabaja con mayor intensidad; el sistema linfático se activa, y las contracciones musculares involuntarias aportan un plus de fuerza.
Algo que se aplica especialmente a la musculatura profunda de la espalda. Estos músculos autóctonos se consideran corresponsables de los dolores de espalda, pues son, entre otras cosas, responsables de la posición de la columna vertebral. Desgraciadamente, suelen estar distendidos, propiciando que la vulnerable estructura de la columna vertebral se desestabilice. Es difícil ejercitarlos con los entrenamientos de fureza convencionales. Las vibraciones actúan especialmente sobre esta capa muscular profunda, ayudando a la columna a recuperar su equilibrio.
Un rodillo vibrador para las fascias presenta muchas ventajas: puede usarse prácticamente en cualquier sitio, y esto tanto en posición tumbada, como de pie, de rodillas o incluso en posición sentada en la silla de la oficina; permite movimientos rotatorios en al menos dos direcciones; gracias a una gran variedad de ejercicios, es posible ejercer distintos grados de presión. Con tan solo tres sesiones de cinco minutos al día, es suficiente para obtener resultados demostrables.
En cualquier caso, las posibilidades de aplicación no se reducen a la eliminación de los dolores de espalda: con el aparato, también pueden tratarse casos de rigidez articular y de reducción de la masa muscular. Dentro de la fisioterapia, un uso regular del rodillo vibrador puede mostrar buenos resultados en casos de lesiones musculares e insuficiencia muscular del suelo pélvico, propiocepción alterada o enfermedades del sistema nervioso, como, por ejemplo, el síndrome de las piernas inquietas.