Cuando se habla de la calidad del sueño, casi siempre nos centramos solo en el colchón adecuado. Por supuesto, esto tiene un papel crucial para pasar una noche tranquila y reparadora. Pero ni siquiera la mejor superficie sirve de nada si el edredón es demasiado pesado, demasiado cálido o si no calienta lo suficiente. Así, el clima a la hora de dormir tiene un papel importante para la salud del sueño. Con el edredón adecuado, es mucho más fácil arrebujarse y dormir toda la noche del tirón con un sueño reparador.
En teoría, es muy sencillo: acostarse, cerrar los ojos, no pensar en nada, dormirse y despertarse relajados por la mañana. Pero el sueño, el guardián de la noche, se ha topado con el ritmo de la vida moderna. Más de la mitad de la población europea sufre de trastornos del sueño ocasionales, y al menos 20 millones se hallan incluso en tratamiento médico por ello. Los motivos son muy variados. Los médicos distinguen entre un total de 88 trastornos del sueño diferentes. Pero las causas principales son el estrés y un lugar para dormir que no permite relajarse durante la noche.
En este último caso, por supuesto, la mayoría de la gente señala al colchón como el culpable. No puede ser demasiado duro ni demasiado blando. Pues solo así pueden regenerarse los discos intervertebrales. Esto, en sí, no es erróneo. Pero, al igual que antes, no se tiene en cuenta lo suficiente la importancia de un buen edredón para dormir bien. La palabra clave en este contexto es el clima para dormir. El edredón debe ayudarnos a sentirnos cómodos. Sin embargo, no podrá hacerlo si por debajo estamos helados o bañados en sudor.
Los que pasan frío se relajan tan poco como quienes sudan demasiado durante la noche. Es como una pescadilla que se muerde la cola: si el hueco para dormir está demasiado caliente, se echa el edredón a un lado. El cuerpo bañado en sudor se expone a las corrientes de aire y se enfría rápidamente, lo que da lugar a tensiones y contracturas musculares. Esto garantiza dolores de espalda. Así, volvemos a cubrirnos para volver a echarnos a sudar. La noche da paso al día rápidamente sin que hayamos podido relajarnos del todo. Por ello, no debería sorprendernos el que un buen edredón influya de manera positiva sobre el clima al dormir y, con ello, sobre el sueño y la salud de la espalda.
Pero ¿cómo tiene que ser un edredón para sentirnos a gusto debajo de él? Mientras que antaño se utilizaban como rellenos principalmente plumas y plumones, hoy se encuentran fibras de alta tecnología con cada vez más frecuencia. Los edredones de plumones se consideran especialmente cálidos y agradables. No obstante, los edredones con fibras funcionales de calidad ya son también capaces de imitar casi todas las propiedades de un plumón. Se consideran ideales las fibras de relleno que tienen un llamado «efecto termofisiológico». Suena complicado, pero no lo es. No significa otra cosa que el que las fibras garanticen un clima cómodo y con la temperatura compensada para dormir. Hay fibras para los meses fríos del invierno que mantienen un calor agradable, y fibras para el verano que incluso tienen un efecto refrescante demostrado por la ciencia. Además, para un sueño reparador es bueno que el calor corporal acumulado pueda eliminarse de forma rápida y efectiva del cuerpo. Lo ideal, según han demostrado diversos estudios, es una temperatura de entre 28 y 33 grados debajo del edredón.
También es importante el tamaño del edredón. Debe envolver el cuerpo por completo durante toda la noche, de modo tal que no le afecten las corrientes de aire. Las personas corpulentas y de gran estatura, por tanto, deben optar forzosamente por una talla extra. E incluso si el peso del relleno del edredón invernal es mayor que el del edredón de verano, debe tener una ligereza agradable.
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