Estamos ante una tendencia preocupante. Los niños y los jóvenes se mueven cada vez menos. Solo entre 2007 y 2019, la actividad física diaria de los jóvenes de 4 a 17 años se redujo en un 37%, según el estudio de largo plazo «Motorik-Modul» (MoMo).
Hace tiempo que se considera un hecho incuestionable que la actividad física regular proporciona grandes beneficios para la salud, especialmente en aquellas edades en que los distintos procesos fisiológicos se diferencian y crean una importante base para la salud de las siguientes décadas de la vida.
Sin embargo, cuando los niños empiezan a ir a la guardería, la cantidad de tiempo que pasan sentados aumenta considerablemente. Otros estudios demuestran que el tiempo que los niños pasan sentados aumenta a medida que crecen. Solo el 26 % de los adolescentes practica los 60 minutos de actividad física diaria recomendados por la OMS. Además del uso irreflexivo de los ordenadores, los teléfonos inteligentes, las videoconsolas y los televisores, el hecho de estar sentado durante horas en la guardería y en la escuela representa un freno importante en el desarrollo. El «concepto de interacción y juego a nivel del suelo» que presentamos aquí pretende detener e invertir esta tendencia negativa, tanto para los niños como en el caso de los educadores.
Elemento decisivo en este concepto: Cojín de suelo.
Un déficit de movimiento en los niños presenta múltiples consecuencias. No solo está relacionado con la debilidad muscular, el sobrepeso y un retraso en el desarrollo. El riesgo de padecer enfermedades crónicas como diabetes, artrosis y enfermedades cardiovasculares también aumenta drásticamente. Pero ¿cómo se puede contrarrestar la falta de movimiento? Respuesta: Los espacios deben organizarse de manera que no solo permitan, sino también exijan la realización de una actividad física acorde a las necesidades y que promuevan el desarrollo.
Un requisito importante para incrementar la actividad física en espacios interiores es disponer de un mobiliario móvil y de manejo flexible. Esta es la única manera de reducir o incluso evitar la postura sentada estática y pasiva que ha sido habitual hasta ahora y que resulta peligrosa para la salud. El principal objetivo debe ser permitir una postura activa y dinámica y el mayor número posible de cambios de posición. Además de los pupitres y las denominadas islas de trabajo para permanecer de pie, los cojines de suelo de diferentes tamaños también pueden contribuir a aumentar la movilidad no solo de los niños, sino también de los educadores.
Cualquiera que observe a los niños lo sabe: Incluso en los habituales asientos rígidos, en su mayoría de madera, enseguida empiezan a deslizarse hacia delante y hacia atrás o a inclinarse. Este comportamiento, a menudo reprimido por los educadores, es una necesidad de movimiento absolutamente natural y saludable. Precisamente en este aspecto es donde entran en juego los cojines de suelo. Está demostrado que estos inducen a un movimiento significativamente más activo y son considerados una auténtica motivación para los cambios de postura, como al tumbarse, sentarse o ponerse en cuclillas en el suelo.
Lógicamente, se plantea la cuestión de cómo deben diseñarse los cojines de suelo para favorecer la necesidad natural de movimiento, tan importante para el desarrollo. Estos deben ser de diferentes tamaños y formas y mantener su forma en todo momento. Porque son precisamente estos diferentes tamaños y formas los que favorecen un cambio intuitivo y variable de postura y posición. Otra ventaja es que puedan combinarse de forma versátil e imaginativa. Solo así es posible que los niños los utilicen y perciban como elementos de juego y movimiento.
Para los educadores es importante mantener una postura saludable para su espalda al utilizar los cojines de suelo, por ejemplo, sentados de manera activa hacia adelante. Porque incluso para los adultos, los cambios de posición rítmicos y basados en sus necesidades son indispensables para la salud de la espalda.
Todo ello debe ser posible gracias a las propiedades del material, que no debe propiciar la aparición de puntos de presión desagradables, debe impedir el hundimiento excesivo y, por lo tanto, la variabilidad espontánea de la postura. También es importante que las fundas puedan retirarse y lavarse. Y, por supuesto, se debe acreditar el uso de materiales no contaminantes.
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